Goya, día del sello

Año: 1958
Tiraje: 3.000.000

En 1958, en España, el coste de una carta ordinaria dentro del territorio nacional era de 1,25 pesetas.

15 c. El Quitasol – 40 c. La librera de la calle Carreta – 50 c. Duque Fernán-Nuñez – 60 c. El cacharrero – 70 c. Doña Isabel Cobos de Porcel – 80 c. Retrato de Goya – 1 p. El pelele – 1,80 p. Marianito Goya – 2 p. La vendimia – 3 p. El bebedor

Cartones para tapiz (1775-1792)

Los cartones eran bocetos muy precisos, a color y a tamaño real, del motivo que los tejedores debían reproducir. Estas pinturas deben su nombre de cartón a que usualmente se pintaban sobre dicho material y no sobre lienzo o tabla.

Los Cartones de Goya son un conjunto de obras pintadas para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Si bien no son los únicos cartones para tapices que se hicieron en la Real Fábrica, sí son los más conocidos. En su mayoría representan temas bucólicos, cinegéticos, rurales y populares.

El quitasol (1777) es un cuadro conservado en el Museo del Prado y que forma parte de la serie de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara; en concreto, para la serie destinada a la decoración del comedor del infante Carlos, entonces Príncipe de Asturias,

 Un cuadro que logra un magnífico equilibrio entre la composición de raigambre neoclásica en pirámide y los efectos cromáticos propios de la pintura galante. Esta obra sigue los gustos populares y castizos de moda en la corte en esa época, donde un muchacho hace sombra a una joven con un quitasol, con un intenso contraste cromático entre los tonos azulados y los dorados del reflejo de la luz…

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El cacharrero es un cartón para tapiz, (Estilo Rococó). Un primer término muestra a un cacharrero valenciano que vende cerámica, mientras dos mujeres y una anciana están valorando el género. Estas tres mujeres están iluminadas, quedando en penumbra el vendedor. La de la izquierda, una anciana que sostiene una sartén.

En segundo plano marcha un coche de caballos donde viaja una dama que contemplamos difusa a través del cristal de la portezuela. Dos personajes, sentados de espaldas, la observan. En la lejanía se aprecia algún personaje más y las siluetas de manzanas de edificios.

Una curiosidad de este cuadro es el rectificado de la posición original de la rueda trasera izquierda de la carroza, cuya circunferencia se percibe claramente al lado de la que definitivamente pintó el aragonés.

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El pelele es un cartón para tapiz, (Estilo Rococó) destinados al gabinete del rey Carlos IV de España de El Escorial. Se trata de una escena popular.

Cuatro jóvenes vestidas de majas mantean un pelele en un entorno de paisaje frondoso, atravesado por un río, con la presencia de un edificio de piedra al fondo. El juego, practicado durante algunas fiestas populares y rito de despedida de la soltería, simboliza aquí el poder de la mujer sobre el hombre.

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La vendimia o El otoño es un cartón para tapiz, (Estilo Romanticismo). El paisaje parece sacado de los campos de La Rioja (España) en que se suceden escenas de recolección como esta. El acontecimiento principal se detiene en los personajes que están en primer plano, que, cosa rara en Goya, no son gente del pueblo. En primer término hay un pretil a modo de cercado y sobre él están sentados un caballero y una dama. El caballero ofrece a la mujer un racimo de uvas que ella acepta y el niño que está de espaldas y de pie alza sus brazos como si también quisiera cogerlas…

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El bebedor, también llamado Hombre que bebe, es un cartón para tapiz  para el comedor de los Príncipes de Asturias en El Pardo. Se exhibe en el Museo del Prado, (junto a El quitasol).

Una de sus piezas más populacheras. Un majo bebe de una bota «a la catalana», como describe el mismo Goya, y su acompañante come una cebolleta, aprovechando que su amigo empina el codo, lo cual se ha interpretado como alusión al tradicional Lazarillo, recurso muy usado en la literatura española.

La luz produce un contraste con la sombra que provoca el árbol, pero no llena todo el espacio del cuadro. Naturalista y expresivo, este cuadro posee todas las características de los cartones goyescos.

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Goya intentó alcanzar la cumbre social a través de los cartones. Se introduce en la capital, y más importante aún, en la Corte. Años más tarde podrá presentar directamente los diseños al rey y a los príncipes, convirtiéndose en uno de los artistas más reputados de la Corte.

Goya mezcla el rococó tiepolesco con el arte neoclásico llevado a la cima por Mengs (pintor de origen checo y alemán que gozó de gran exito internacional y trabajó para diversas cortes europeas). Las escenas deben, además, tener encanto y variedad en los temas. A pesar de no ser obras que cuenten con un realismo pleno, existen obras de la serie que rebosan de verismo, como en «El albañil herido» o «Los pobres en la fuente.

La pradera de San Isidro

En el caso específico de los cartones de Goya, los tejedores de la Real Fábrica interpusieron quejas en contra del aragonés por el detalle con el que realizaba los bocetos, en especial el de La pradera de San Isidro (1788). Este boceto, de carácter preimpresionista, cuenta con tal cantidad de minúsculos detalles que hacen imposible su conversión a tapiz

El boceto pasó a propiedad de los duques de Osuna hasta 1896, año en que fue adquirido por el Museo del Prado. A pesar de su pequeño tamaño, (90,8×41,4) ha llegado a convertirse en el modelo iconográfico del Madrid goyesco.​La década de los noventa (1790-1799)

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La década de los noventa (1790-1799)

Entre 1790 y 1792 Goya acusó el ambiente enrarecido de la corte,  y debido al ascenso de Manuel Godoy, favorito de la reina María Luisa. En 1790 unos amigos aconsejaron a Goya alejarse de la corte, lo que hizo por unos meses, tiempo en el que pasó estancias en Valencia y Zaragoza. En 1792, como la mayor parte de sus amigos estaban exiliados, apenas recibió encargos, por lo que se dedicó a dar clases.

Cada vez más pintó obras de pequeño formato en total libertad y se alejó en lo posible de sus compromisos, aduciendo para ello dificultades debidas a su delicada salud.

Cómicos ambulante. Óleo sobre hojalata 32×42 (Estilo Neoclasicismo)…

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Cómicos ambulante. Óleo sobre hojalata 31×43 (Estilo Neoclasicismo)…

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Retratos de Goya

A partir de 1794 Goya reanudó sus retratos de la nobleza madrileña y otros destacados personajes de la sociedad de su época que ahora incluirían, como primer pintor de cámara, representaciones de la familia real, de la que ya había hecho los primeros retratos en 1789:

Sebastián Martínez y Pérez es un óleo, pintado en 1792. Representa a un amigo de Goya, quien acogió al pintor aragonés en su casa durante varios meses recuperándose de una enfermedad.​

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En este retrato se aprecia la delicadeza con que gradúa los tonos de los brillos de la chaqueta de seda del prócer gaditano, al tiempo que trabaja su rostro con detenimiento, captando toda la nobleza de carácter de su protector y amigo…

Del Retrato de Isabel Porcel asombra el gesto de fuerte carácter, de «gallardía», en actitud «desenfadada», que hasta entonces no había aparecido en la pintura de género de retrato femenino con la excepción, quizá, del de la duquesa de Alba.

Pero en este ejemplo la dama no pertenece a la Grandeza de España, ni siquiera a la nobleza. El dinamismo, pese a la dificultad que entraña en un retrato de medio cuerpo, está plenamente conseguido gracias al giro del tronco y los hombros, al del rostro orientado en sentido contrario al del cuerpo, a la mirada dirigida hacia el lateral del cuadro y a la posición de los brazos, firmes y en jarras…

En cuanto a los aspectos técnicos, destaca el contraste entre los encajes de veladuras de la mantilla negra y los matices de seda de la camisa y el vestido rosa, que se transparentan también bajo la gasa negra, y están suavemente graduados con el tono rosáceo de su rostro. La pincelada es suelta y los detalles se consiguen con gran economía de medios…

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Frescos de Goya

Frescos de Goya en La Hermita de San Antonio de Florida. (1797 Madrid). En la bóveda del ábside representó a la Adoración de la Trinidad. Sobre la cornisa recorren los paramentos del templo querubines y ángeles femeninos que sostienen cortinajes. La parte de los frescos que atrae la mirada de los visitantes son las pinturas de la cúpula, donde se encuentra representado uno de los milagros de San Antonio de Padua, en el que trasportado por ángeles a Lisboa (ciudad natal de santo), por la gracia divina hace que un difunto conteste a las preguntas del juez y confirme la inocencia del padre del santo, quien había sido acusado del crimen. La cúpula tiene seis metros de diámetro…

Vista cenital de la Bóveda (de 6 metros de diámetro), obra pictórica de Francisco de Goya.

Las figuras del difunto, los padres del santo y el propio santo sobre una roca están distribuidas por la cúpula. Cerca del óculo se aprecia paisaje, consiguiendo la ilusión de estar a cielo abierto. El pueblo observa el milagro: majas, chisperos, caballeros embozados… charlan o miran atentamente, apoyados en la barandilla que recorre la base de la cúpula, consiguiendo grandes dosis de realismo, tanto por la perspectiva como por la viveza con la que están representados. Para la elaboración de estos frescos, Francisco de Goya recibió la colaboración de su ayudante Asensio Julià.

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